El término praxia (del griego prasis, acción o pratto, obro), se entiende como la acción de ejecutar un determinado movimiento o serie de estos que fueron aprendidos y automatizados, organizados en secuencias definidas con un objetivo determinado. Su programación armónica se hace en áreas corticales distintas de las motoras o sensitivas, pero en directa relación con ellas y su ejecución implica el conocimiento de algún objeto o realidad y la representación mental asociada. (Bustamante, 1994; Schrager & O’Donnell, 2001; Diccionario Mosby, 2003; Fustinoni, 2006; Kolb & Whishaw, 2006; Susanibar & Dioses, 2016, Ygual-Fernández, & Cervera-Mérida, 2016). Es evidente que la producción del habla requiere de praxias, ya que los movimientos aprendidos, automatizados y sinérgicos de las EAH, generarán los diversos rasgos que componen un sonido fonética y fonológicamente identificable; a esto se le podría denominar como praxia fonoarticulatoria, tal como también lo refieren Schrager & O’Donnell, (2001) e Ygual-Fernández & Cervera-Mérida (2016). Sin embargo, la gran mayoría de los movimientos orofaciales y/o laríngeos que se solicitan con el nombre de “praxias” y sus diversas denominaciones, a) carecen de propósito; b) no son similares a los movimientos ejecutados en el habla; c) no producen sonidos fonética-fonológicamente identificables, entre otras diferencias que serán discutidas más adelante.
Más información en: https://franklinsusanibar.com/habla-vs-tareas-no-verbales/
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