Buenas¡¡
Después de un inicio de curso tan caótico y viendo la línea de actuación de consejería en lo que a inclusión se refiere, hace tiempo que necesito saber si alguien más opina como yo o realmente estoy fuera de todo y mi práctica docente esta mal planteada. Por ello voy a hacer una reflexión y me gustaría saber que opináis al respecto y si me podéis ayudar a no sentirme tan perdida como últimamente me siento.
Creo necesario que hay que hacer una reflexión respecto como se está planteando la inclusión en los centros. La dificultad es que, para que la docencia compartida sea una realidad, necesitaríamos reducir el número de alumnado al que atendemos para así disponer de tiempo suficiente para coordinarnos y programar dicha actuación compartida de forma eficaz. Y cuadrar los horarios de apoyo en el momento idóneo de la jornada para ello. A día de hoy con los tiempos de que disponemos siendo itinerante con otro centro, la opción más funcional acaba siendo realizar los apoyos fuera del aula. Se planifica un trabajo específico según las necesidades del alumnado (se busca tiempos cortos de trabajo, que fomentan la atención del alumno y permiten un mejor seguimiento de las dificultades). Nos coordinamos con el profesor de aula para compensar ese tiempo fuera del aula. Mi experiencia de docencia compartida es que la actuación con el alumno con dificultades se diluye y pierde eficacia. Sin embargo mi experiencia con los apoyos fuera hasta ahora ha sido productiva y no me he encontrado con ningún alumno que se haya sentido discriminado ni etiquetado por ello. Es más el resto de compañeros de clase suelen querer salir también ellos al apoyo. No ven el apoyo fuera como algo negativo, sino como algo positivo. Yo entiendo él aula de AL como una extensión del aula ordinaria, un lugar acogedor, tranquilo, que favorece la concentración, permite al alumno estar en confianza y a menudo se abren y nos exponen sus miedos, problemas...haciendo un trabajo de apoyo emocional importante. Disponemos de un lugar con material adaptado, diferente, variado que se ajusta a las necesidades que en cada sesión van surgiendo. Todo esto dentro del aula ordinaria se dispersa. No entiendo este afán por demonizar el aula de AL como un lugar de discriminación y no inclusión. A día de hoy en mi centro tanto la dirección, el profesorado de aula como el especialista de PT y AL valoramos que en gran parte de nuestro alumnado y con la disponibilidad horaria que tenemos, es más eficaz el apoyo fuera de aula. Se que esto va en contra de la línea de consejería, por eso creo que es necesario reflexionar un poco y no irnos a los extremos. Ni todos los apoyos fuera y tampoco todos los apoyos dentro. Creo que cada centro tendría que tener autonomía para valorar su situación particular y decidir qué es lo que mejor se les adapta.
Creo que falta formación de toda la comunidad educativa para llevar a cabo esa docencia compartida y supuesta inclusión. Me incluyo como profesional que se ve perdido en la aplicación de esta metodología. Pero por lo que veo en muchos centros, esta obsesión por la inclusión se está convirtiendo en estar dentro del aula y hacer el apoyo individualizado en una esquina del aula o un apoyo general a todo el grupo, donde no se cubren las necesidades específicas del alumnado con dificultad. Y esto sí que no le veo sentido alguno. Con todo, tras 15 años trabajando como especialista de AL, ahora se me están rompiendo todos los esquemas y me siento muy perdida sobre cómo llevar a acabo mi trabajo. Creo que no se puede imponer una forma única de entender la inclusión (por no hablar de falta de medios y formación). Porque al final saldrá perdiendo el alumnado.